Según donde publiquemos, sí. Pero no debería.
En primer lugar, deberíamos distinguir las citas emitidas por una revista de las citas emitidas por unos autores. Realmente, la autocitación sólo se da cuando el autor o autores citan sus propios trabajos previos.
Idealmente, se dan como un reflejo de la continuidad en el trabajo y de una línea coherente de investigación.
Pero estamos asistiendo en los últimos tiempos a un hecho: los editores, conscientes del papel de las citas como fuente suministradora de impacto bibliométrico “recomiendan” a los autores que someten artículos a su revista que introduzcan citas a artículos publicados anteriormente en la propia revista.
Para combatir esta práctica, cada año, Thomson Reuters, la empresa que publica los rankings de factor de impacto de las revistas, revisa las revistas que indiza y estudia anomalias en la evolución de los indicadores, y opta por no incorporar aquellas revistas que presentan comportamientos extraños, cosa que explicita en unos informes anuales.
Dicha revista no se incorporó en el JCR en el período 2011-2012 y cuando ha sido reincorporada, su factor de impacto se ha movido entre los 2 y 3 puntos.
Por otra parte, Thompson Reuters, recientemente, nos está ofreciendo la información del factor de impacto incorporando o sin incorporar las autocitas a nivel de publicaciones. Datos que nos pueden ayudar para ver qué revistas se mueven en esta fina línea.
Por lo tanto, si el número de autocitas es muy alto la permanencia de la revista en el JCR corre peligro.
De todas formas, diversos estudios han visto que la autocitación no influye para nada en la posición y si acaso lo hace, es solo con las revistas que se encuentran en la cola de los listados. Para las revistas altamente citadas, la autocitación ni añade ni quita nada en términos de posiciones, pues el número de autocitas se diluye en el número total (ingente) de citas recibidas. En cambio, para las que están abajo sí: la autocitación representa una buena parte de sus citas a nivel global.
En cualquier caso, conviene no olvidar que lo que normalmente hace que un artículo sea aceptado para publicación y que después sea citado es su rigor metodológico y la relevancia de sus resultados (además de una correcta redacción).
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